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Evgeny Sinitsyn, Olesia Sinitsyna El misterio de la creación de los genios. Rusia, Novosibirsk, 2004. La obsesión y la paciencia
¿Cual pasión mueve a los genios? Esta pasión es la obsesión de la creación. Si pensar que la gente genial es los intermediarios entre la razón superior espacial y toda la gente, esta suposición explica fácilmente la fecundidad increíble creadora de los genios, pero ¿en cuánto es próximo esto a la verdad y en cuánto esto rebaja su trabajo infinito? Es imposible explicar por el sentido buen la productividad increíble en la creación Leonardo y Michelangelo, Newton y Leibnitz, Bach y Mozart, Goethe y Byron, Tolstoi y Dostoevsky. La obsesión resulta de la disposición cardinal. La obsesión es un aquello eje, alrededor de que gira con todos sus enredos del destino el estilo de la vida del genio. En la psicología individual de Ádler el estilo de la vida depende del conjunto único de la unión de los rasgos (modos de la conducta y costumbres), en otras palabras, todos los factores de la creación, que construyen la vida de una persona. El estilo de la vida depende no sólo de las características personales del genio, sino también de la interacción dinámica de los mecanismos internos de la creación y del ambiente social. ¿El destino rige la evolución del estilo de la vida en los trozos distintos del camino de la vida del genio o el cuadro inconfundible de la obsesión creadora de cada genio obliga a la sumisión el destino mismo? Si es importante - quién sobre quién el señor, pero una pasión devoradora del genio a la creación atraviesa su vida. Que los esfuerzos de la obsesión no desaparezcan, ella tiene que tener un aliado, y él existe. Esto en realidad la paciencia infinita. Infinitamente pulía las esculturas en las búsquedas de la forma necesaria Michelangelo. Su esmero y paciencia en la selección del mármol necesario sorprendía incluso los canteros que veían mucho en suyo siglo. Así describe Irving Stone en la novela «los Suplicios y las alegrías» la obsesión de joven Michelangelo: «Rustichi le decía: «tú Michelangelo todo el tiempo ayunarás, porque no puedes hacerte interrumpir el trabajo, cuando llega la mediodía!». Acordando esta observación mordaz, Michelangelo ha hecho una mueca. ¿Acaso no siente en sí la firmeza indivisiblemente entregarse a suyo asunto… y acaso no es preparado, si es necesario, al ayuno y a la oración, a cualquiera tentación у ojalá le baste las fuerzas arrastrarse a rastras en esos Jardines, en ese taller?» (79).
El genio ora instantáneamente, ora pacientemente llega a la perfección, quedando insatisfecho de suyos éxitos, busca la profundidad y unos sentidos nuevos allí, donde todavía los no ha descubierto nadie, alejándose de los contemporáneos en tiempo y en espacio - en esto se manifiestan y la fuerza del genio y el carácter trágico de su creación. El escritor Irving Stone mostraba un ejemplo de la persona que fue dotada por el eje de la obsesión en los rasgos del carácter. Sorprenden no sólo sus características psicológicas de esas personas, sino también el volumen de las obras. Los libros de Stone son el material inestimable para las investigaciones científicas sobre la esencia del proceso creador. Pero las biografías artísticas como y excepcionalmente las investigaciones científicas, nunca reflejarán toda la profundidad del proceso creador. Nadie no puede comprender la creación y el destino del genio solamente en los términos científicos o solamente en las composiciones literarias, pues en la creación del genio hay siempre un comienzo mágico. Este comienzo S. Zweig ha determinado como a la naturaleza demoníaca de la personalidad. «La persona demoníaca, - escribía Zweig, - en absoluto no la misma que la persona creadora, ella puede ser aún más misteriosa en su esencia, ella toda - la potencia natural, el elemento espiritualizado. Exteriormente no se diferencia en nada, no tiene de otras señas, excepto de la influencia, causada de ella – de indescriptible, comparable sólo con algunos caprichos mágicos de la naturaleza. Alrededor de ella - miles y miles de las personas, y cada una de ellas, inerte e inanimada, aspira fuera, obedeciendo a la gravitación de vida propia. Pero ella imperiosamente les atrae a sí, es desconocido para ellas mismas llena su esencia por su voluntad, por su ritmo y, animándoles, ella misma en ellas se alza» (98, p. 448-449). Como el rasgo del carácter fundamental de la personalidad no cede la obsesión en su importancia ni voluntad, ni instintos. Esta cualidad especial mental, pero esto no es la voluntad. La obsesión así como y la voluntad, es irracional, por eso su fuente está en el inconsciente. Por eso los genios obsesos pueden ser inconscientemente «la gente sin voluntad». A veces la obsesión puede parecer como la compensación de la voluntad y a menudo el genio obseso parece volitivo. Aunque, en realidad, la obsesión, pero no la voluntad ayuda superar la debilidad, la incertidumbre y incluso el derrotismo. Como resultado hombre obseso puede obtener éxito y el reconocimiento. El enlace estrecho entre la obsesión y la aspiración invencible al objeto deseable es corrientemente ilusorio, uniendo estas dos cualidades únicas en la natura humana. Cuando la aspiración invencible al objeto deseable alcanza de su máximo, como dice L. Gumilev, se hace el antiinstinto de conservación, porque la inclinación hacia sacrificio de sí mismo se encuentra más allá de los límites (máxima). La obsesión es la pasión que excita los sentidos y que no sabe ni límites ni fronteras. La conciencia, inflamada de ella, es apasionada por los horizontes lejanos, es embrollada por las redes de los objetos que se vierten cada segundo rompiendo por las tensiones internas y suya energía propia, inconteniblemente se lanza adelante. Mil faros arden sobre el horizonte, ellos siempre más cercano y más cercano, pero es imposible les acercarse ni al paso, pues ellos como el espejismo cuanto le más cercano se aproxima la conciencia engañada tanto más lejano escapa. Pero ningún paso pequeño no se pierde, la tensión al instante cesa para dar al obseso un trago de la felicidad, entonces su placer está infinito, de hecho incluso un objetivo deseado pequeño trae el bien incomparable de éxtasis. Por desgracia, la obsesión no sabe tranquilidad ni por el día, ni por la noche. Y de nuevo el pensamiento excita la conciencia y de nuevo la energía de la obsesión rompe los hierros de la tensión y de nuevo pasa el instante del estado debilitado del alma. Con la velocidad indescriptible gira esta rueda del cambio de estados mentales, y ninguna fuerza no puede perturbar este torbellino del movimiento hacia suyos objetivos del obseso por creación del genio. La velocidad del movimiento adelante es tan alta que la conciencia se mueve rápidamente al objetivo ya por las imágenes enteras, verificando su vía en la trayectoria complicada del movimiento. Pero la pena, cuando en este torbellino de las pasiones cae el fanático obseso de la destrucción. No capaz a la creación, él destruye todo alrededor. La verdad implacable dice de la semejanza asombrosa de la esencia interna de los procesos complicadas que pasan en la mentalidad del obseso por sed de la creación y de una persona que ha caído prisionero de las pasiones destructivas. Esos procesos que apoyan fuego de pasión se desenfrenan y en la conciencia de un genio creativo y en la conciencia del destructivo en suya obsesión de un fanático. La historia a menudo ofrece sobre su fuente sacrificial a la gente estos ejemplos de la obsesión infinita anticreadora que pasa en fanatismo que se hace por destructor de la belleza del mundo circundante. Al mismo tiempo que en mundo aparecen los genios son inspirados por la obsesión, en seguida les al encuentro se lanzan los fanáticos obsesos. Y de nuevo el mundo está lleno de lucha de estos dos elementos – de la sed de creación y de la sed de destrucción. Irving Stone en suya novela sobre Michelangelo ha descrito la esencia del fenómeno de la obsesión en la imagen del monje despiadado de Savonarola a que la historia ha recordado como de Erostrato del Renacimiento. Botticelli bajo la influencia de los discursos de Savonarola quemaba sus obras, y el protector de los artes Lorenzo Medici ha caído víctima del fanatismo del monje. Así en uno de los momentos más dramáticos del Renacimiento se han chocado estas dos fuerzas potentes - el espíritu creador de la belleza y el mundo destructivo de la cólera fanática. El mundo de la creación se ha estremecido. Éstos polos hostiles como dos ejércitos se han peleado sobre el campo de batalla, donde alcanzan la victoria alternativamente ya una ya otra parte. Pero que no destruya el espíritu maligno a la belleza, ante eternidad él es impotente. En contraste de estos dos contraposiciones muestra a sí la lucha eterna de la personalidad creadora y de la muchedumbre. «Savonarola ha quitado un capuchón, y Michelangelo por primera vez ha visto su cara. Ella le ha parecido intensa y aguda, como y aquellas palabras que con ardor acrecentado y con rapidez se escapaban de los labios extraños de Savonarola que no fueron parecidos una a otra: tenía el labio superior delgado, ascético que hacía acordarse del cilicio, y inferior - carnoso y sensual … Sus ojos negros brillados, rebuscando la iglesia hasta los rincones más lejanos, como si chisporroteaban; las mejillas delgadas hundidas con precisamente designadas los pómulos salientes testimoniaban del ayuno largo; las grandes ventanas anchas de la nariz aguileña grande se estremecían y se hinchaban. Tal cara trágica no podría idear ni un pintor, si él no fuese mismo Savonarola… Michelangelo ha quitado la vista de la cara de Savonarola para atentamente escuchar en discurso que fluía como el flujo del bronce fundido: la voz del predicador llenaba la iglesia, resonaba en las capillas vacías y volaba de allá atrás; habiendo hecho esforzarse y enrojecer la oreja derecha, él llamaba ya en izquierdo. - Veo, cómo el orgullo y la vanidad invaden Roma y profanan en suya vía todo que ni encontrarán, - Roma ahora se hacía puta pintarrajeada vanidosa!
Sus acciones abominables, los pensamientos impíos, su fornicación y concusión ávida nos llevan la desgracia y la pena! Dejen el lujo y los entretenimientos vacíos! Les digo verdaderamente: la tierra es inundada por la sangre, y el clero se hunde en la inacción. Que les Dios, estos sacerdotes, si pasan las noches con las mujeres depravadas, y por el día sólo chismean en suyas sacristías! El mismo altar ha reducido ya ahora en la semejanza de la oficina comercial. De ustedes dirige la avidez incluso los sacramentos sagrados se han hecho por moneda de cambio! El tiempo se queda poco. Dios dice: «me derrumbaré a su deshonor y a su cólera, a sus rameras y a sus aposentos» (79, p. 167-168). La obsesión es ondulante. Cuando la tensión se descarga, después va de nuevo el aumento de la obsesión hasta la fase máxima y este ciclo se repite. Por eso la creación se mueve infinitamente por la espiral. Y así el proceso continúa - hasta que no haya cansancio, y junto con él desaparece la inspiración y la energía. Tocando de la naturaleza de la obsesión, es posible suponer que esta propiedad es el factor hereditario de la genialidad, pero tras de esta suposición sigue otra. La vida espiritual y creadora de los genios pasa en el océano de las esencias, pero nada no distingue así al genio como la obsesión creadora. Su obsesión incomparablemente más alta que la obsesión de la persona ávida que aspira a la codicia. Hacia suposición en aquello que en DNA de la persona tiene un gen de la obsesión lleva aquello hecho que por los científicos genetistas son descubiertos ya los genes de la resistencia y de la fuerza física, el gen del riesgo. Ortega y Gasset dice que casi todas las grandes personas fueron obsesas, solamente las consecuencias de su obsesión, de su idea fija se presentan para nosotros útiles y dignos de respeto. Cuando han preguntado a Newton, como le ha conseguido descubrir la ley de la gravitación universal y las leyes de la mecánica mundial, ha respondido: «Nocte dieque incubando» (Pienso en esto por la día y por la noche). Este reconocimiento en la obsesión. Ortega y Gasset descubre otro matiz de la obsesión no menos interesante que distingue del pensador anormalmente interesado del hombre de la muchedumbre. Él dice que del hombre de la muchedumbre fatiga y oprime la lentitud del pensador cuya atención como la red que se agarra al fondo accidentado de mar. La naturaleza de la obsesión es contradictoria. Ella como si tenga al genio en las cadenas, no le da tranquilidad, seca sus fuerzas. ¿Pero que hubiera ocurrido con el genio, si la obsesión súbitamente hubiera abandonado para siempre su conciencia, acaso toda aquella riqueza enorme de las ideas y de los pensamientos no se escape del genio que les busca eternamente? Una vez Beethoven confesaba: « … Si viene un pensamiento, ahora le escribo… vivo solamente en mis notas». «Me levanto incluso por la noche, si a mi algo viene a las mentes - si no - podría olvidar su pensamiento» (86, p. 24-25). El compositor llevaba la mayor parte de la vida racional «con la pluma en las manos» escribiendo las ideas musicales en todas partes, donde caiga - en libreta de notas, en cartas de comer, en las cuentas e incluso sobre las paredes. «Muchos de nosotros, escuchando la sinfonía hoy, son completamente asegurados en aquello que ha tomado la forma como el flujo inmutable, desde el principio mismo clara y perfecta. ¡Nada de eso! Beethoven dejaba las páginas por las páginas en tal cantidad que de ellas resultaría el libro de la dimensión sólida», - escribía Leonard Bernstein sobre 5 sinfonía de Beethoven (6, p. 117). La obsesión está implacable para aquel quién gracias a suyo gran don de la capacidad de crear ha caído en sus redes. Está indómita la tensión tempestuosa de las fuerzas que da la energía alta mental. Esta tensión de las fuerzas y el elemento de la actividad vital se hacen los factores decisivos en el momento de la elevación creadora. En su desarrollo continuo el obseso por fuerzas misteriosas y por pasiones volcánicas que bullen en él, el genio crea para sí el mundo nuevo y el mundo de sus creaciones. El drama del genio en aquello que su obsesión está insaciable, ella como Zeus que devora a sus niños. El genio pide el descanso y el permiso de suya obsesión: «¿Acaso no tiempo parar y vivir como vive toda la gente?» - reflexiona Zweig en la novela «Balzac» de parte del escritor. «¿Descansar, gozar, olvidar sobre suya creación implacable … sobre esta creación continua - no de los ladrillos, y de sí, de carne propia y del espíritu, mientras que otros, felices, despreocupados, absorben la vida y gozan de ella? Quién le ha agradecido por todo: por el sacrificio de sí mismo infinito, por la abnegación furiosa…» (97, p. 290). La obsesión de Balzac no sabía las fronteras. Tal concentración de la energía mental es apretadamente ligada con el estado anómalo de la mentalidad del pintor. Esta dirección casi radial de la energía mental está solamente en un cauce – en el cauce de la creación. El cuadro de este fenómeno esencial de la actividad del complejo autónomo de la creación, cual es la obsesión, entreabre la cortina de misterios de la mentalidad del genio y de la esencia interna de la creación en general. La tensión y la infatigabilidad de la personalidad obsesa comienza de la excitación fuerte de las estructuras informativas semánticas en su conciencia. Una estructura da a luz un objetivo, el objetivo induce inconscientemente la estructura al desarrollo. Esto permite instantáneamente estimar toda la cadena de las imágenes (pensamientos, ideas) que vienen en la conciencia. Las imágenes informativas semánticas que están en la conciencia por tensión mental que ha surgido aspiran a la descarga por medio del incremento hacia estas estructuras de los elementos nuevos. Después de esto la tensión se disminuye. El incremento de las estructuras semánticas es realizado con la velocidad muy alta, ya que estos incrementos van por los elementos no solitarios, y en seguida por las imágenes enteras. Este efecto se conforma con la teoría de Adler que explica el crecimiento de la tensión por medio de la aspiración inevitable al logro del objetivo. En la mentalidad hay una rotación. La obsesión provoca los objetivos, y los objetivos son inaccesibles sin obsesión. Los objetivos y la obsesión tienen juntamente en la tensión todo el complejo autónomo mental neurofisiológico del genio y de este modo ponen en marcha todos los mecanismos de la creación. Todo el complejo de las fuerzas creadoras (inspiración, imaginación, fantasía, recogimiento y etc.) es dirigido al avance del frente delantero de las estructuras semánticas a la región de los sentidos que son desconocidos. La obsesión del objetivo es uno de los elementos más necesarios del movimiento a la ampliación, al ahondamiento de los sentidos y al crecimiento de la estructura en un íntegro proceso creador. Pero tan pronto como la frontera se ha cambiado, sobre los elementos fronterizos de la estructura de nuevo se desarrolla la tensión; ella induce la estructura desarrollarse y mover la frontera. Durante el desarrollo de las estructuras su frente (frontera) delantero continuamente y irregularmente se mueve en un lado de los sentidos que son no conocidos. Así es realizado el proceso creador en sus esencias infinitas.
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