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Evgeny Sinitsyn, Olesia Sinitsyna

El misterio de la creación de los genios.  Rusia, Novosibirsk, 2004.

La maestría del genio

 

Todos se han acostumbrado a la noción el maestro, pero: ¿cuál es naturaleza de la maestría, cuáles fuerzas reservadas dirigen por el proceso misterioso, cuando de la pluma del poeta o del novelista, del cortador del escultor o del pincel del pintor sale  la más perfecta creación del arte? ¿Cuáles fuerzas del espíritu son escondidas en el corazón del maestro? ¿Cómo el maestro (puede) consigue subordinar a sí mismo el element que es no dirigido el que se derrama por la explosion de volcano de la espontaneidad? ¿Cuál fuerza dirigía por el ser de Gógol - de este cantante trágico de Rusia? ¿De donde ha surgido aquella fuerza de la pluma la que  a Balzac le ha inspirado escribir «la comedia Humana»? ¿Cómo este insuperado maestro de la palabra enredado por las redes de deberes, las letras de cambio no pagadas, trabajando durante doce horas al día escribía?

El ritmo vertiginoso de la creación arrastra en sí a las personas, los personajes,  los colegas, los envidiosos y los admiradores.

No es necesario inventar una nueva noción, ella es casi trivial, no está acumulando los detalles, ella es el elogio superior al autor o al artista. Una parte integrante del arte del talento y el rasgo cardinal del genio es la maestría. Con todo - decir que el genio es un maestro, no decir nada. ¿Por qué? ¿Porque su nombre es inmortal o porque su maestría conmueve?

La esencia escondida y al mismo tiempo la esencia abierta de la maestría se esconde detrás de las definiciones regulares. No sabe nadie, cómo somete en momentos de la inspiración creadora el maestro su voluntad, la imaginación para no pararse a medio camino. ¿De donde toma sus fuentes la técnica altísima del maestro, por qué solamente el maestro sabe cuales matices del color necesitan para describir el sol candente, cómo se mueve rápidamente el torbellino por el campo, cómo la hierba elásticamente se inclina bajo la presión de las ondas del aire, cómo los pétalos del girasol chispean sobre el sol caluroso?

Es difícil comprender un gran misterio de la creación y la fuerza misteriosa de la maestría, son casi en redes de la lógica y del sentimiento, en redes de los laberintos de la teoría que les abren, pero cuanto a estos misterios te aproximas más cerca, escapan de nuevo. La pregunta: a quién la voluntad lleva delante de sí como un jinete valiente - a cuatro de pies ligeros los que se llaman: la imaginación, la inspiración, el recogimiento y la fantasía. Todos componen la esencia de la maestría del genio, cuando ni una de estas cualidades del alma del genio no soportará ningún poder de su amo sobre sí. El maestro verdadero ansia hacer su imaginación indómita y la voluntad por los esclavos de la creación y solamente juntos abren la carretera en la inmortalidad al maestro. Pero la fantasía, siendo el segunda alma del maestro, no sufre hasta el menor poder sobre sí, y cuando la creación inmortal crece ante los ojos, tiene prisa reproducir el juego de su imaginación. La paciencia está de guardia de cada maestro y ella aquel último límite ante el que se rinden todos los participantes de su creación, excepto sólo voluntad la que hace la paciencia «sufrir» aún más.

La profecía y la maestría son dos cuestas de una cima. Hagan esa cuesta vertical,  lo hagan llana e inaccesible, entonces desaparecerá segunda. Desaparecerá la belleza pintoresca de la cima, desaparecerán los senderos que conducen al pico. Así, sin maestría nunca dará su voz en el alma de la persona el don místico del profeta. Si  no se despertará en el alma del maestro el don de la profecía, no asciende en este pico nunca de donde el mundo parece rellenado por la vanidad y la gente que no sospechan que su futuro ya es conocido al maestro, pero todavia es desconocido para ellas. Pero pasará el tiempo, y ascienden pocas de la gente a esta cima y conocerán allí las palabras trazadas por el profeta. Después dirán que él era un maestro.

La maestría del genio abarca todo el complicado caleidoscopio de sus modos, todo su caleidoscopio de las técnicas distintas, pero si reflexionaba cuál de los modos tengo que aplicar, no sería el maestro. La velocidad del proceso creador del maestro por eso es tan grande que la obra se crea en seguida por los fragmentos grandes, en seguida por los grumos enteros. Esta trayectoria crece de todas partes como una bola de nieve. En la imaginación un maestro genial extrae de su conciencia y de su inconsciente las escenas enteras de vida, está rellenado por las ideas y las imágenes, él no las lucubra, ellas como el flujo se mueven rápidamente a él y él conscientemente y inconscientemente las escoge, clasifica las mejores de ellas. La paradoja de la maestría verdadera consiste en la capacidad infinita de dudar, pero al mismo tiempo ser valiente y decidido. A pesar de que el maestro está creando sus obras con la velocidad grande, su paciencia en conseguir la maestría superior, parece que reduce al cero esta velocidad. Pero esta paradoja solamente es imaginaria, pues solamente gran velocidad del pensamiento y la encarnación de los pensamientos permite compensar la pérdida de tiempo para pulir su creación.

La maestría – esto es que da el derecho al genio a la inmortalidad, pero la maestría conquista este derecho gracias a lo que es genial, exige la gran atención y la insatisfacción, por eso el maestro nunca se detiene en suyo perfeccionamiento.

La maestría del genio está infinita, pues el límite es la categoría demasiado condicional que no tiene la medida real. La perfección y el límite, por su esencia, son irracionales, son solamente las metáforas hermosas de la maestría. El instinto de la perfección el que apasiona en el abismo de la creación de los grandes pintores y el límite de la perfección es la veste, en la que la persona pone al maestro genial. Pero la veste es depende de la moda que se cambia así como cambia la persona su mirada a la noción del límite y la perfección.

 

 

La maestría no es adquirida instántaneamente, como si al genio inspira la fuerza mística desconocida para él. La maestría va paso a paso, pacientemente y consecuentemente, con las caídas y las elevaciones. Hay unas obras, donde el genio alcanza el pico de suya maestría.

La filosofía de la maestría tiene sus leyes y principios. Pero quien ha comprendido estas leyes, sera un maestro solamente en caso si el don de la genialidad le sirve como un aliado seguro.

El pensamiento definidamente dirigido (esta noción ha sido formulada por Jung) gradualmente ha formado la maestría. La maestría es la consecuencia del impacto de la persona creadora en la región de la genialidad y por eso compone la línea integrante del don genial.

 El arte no sólo la inspiración, el arebato y la imaginación, pues las obras no nacen casualmente para crear la obra maestra, son necesarias y la experiencia, y la habilidad de usar los modos técnicos, y la maestría superior. La persona dotada genialmente con la velocidad extraordinaria pasa todas las fases de la experiencia del alumno hasta el maestro. Dominando de todos los tipos de prácticas profesionales y escrupulosamente escogiendo los medios de la expresividad, los modos, refiriendose críticamente a los valores de la época, el genio perfila su maestría, pule su estilo, llevando sus ideas hasta la creación acabada. El pintor-creador perfecciona la materia de la obra en su integridad del esbozo al esbozo, del rasgo al rasgo extiende la fila figurada y crea la materia sólida de la obra. Pasan los siglos, y hasta el tiempo inclina las rodillas ante el maestro, el nombre a que el genio.

 

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