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Evgeny Sinitsyn, Olesia Sinitsyna

El misterio de la creación de los genios.  Rusia, Novosibirsk, 2004.

La envidia

 

Para naturaleza humana es propia una pasión poderosa e irracional - esta pasión es la envidia. La envidia es la antípoda eterna y el satélite de la genialidad, pero la envidia está impotente ante el tiempo y la inmortalidad del genio. En su libro «los Aforismos y las máximas» Schopenhauer hablaba sobre tres tipos de la aristocracia: 1) la aristocracia del nacimiento y el rango, 2) la aristocracia monetaria, 3) la aristocracia de la inteligencia y del talento (101). Pushkin ha notado una vez, cuál diferencia entre dos primeras aristocracias y de última: «Qué significa la aristocracia de la raza y de la riqueza en comparación con la aristocracia de los talentos que escriben». Y el genio está entre la incomprensión de unos y la envidia de otros.  

En esta presión de la sociedad al genio desde dos partes Schopenhauer ha visto que la superioridad es irreconciliable para la masa «… por eso la inteligencia y hasta el genio deben en el mundo obtener para sí el perdón, si solamente no se encuentran en tal posición que se referan al mundo con el desprecio orgulloso y valiente» (101).

A. SchopenhauerEl destino de Schopenhauer mismo de extraño modo es la confirmación de sus palabras. Aunque su actividad era polifacética (excepto de la filosofía, él se ocupaba de la teoría de música, la poesía etc.), Schopenhauer no era reconocido entre sus colegas. Durante su vida no fue por autoridad en el mundo científico. Sólo unos años después de la muerte del pensador el interés hacia su creación se ha manifestado no sólo en Alemania, sino también en otros países.

Después de haber leido a Schopenhauer, L.Tolstoi escribía sobre sus impresiones a A. Fet (un poeta famoso ruso: «… el arrobamiento ante Schopenhauer y una serie de los deleites espirituales los que yo no sentía nunca. He suscrito todos sus composiciones y las leo. No sé, si cambiaría cualquier día mi opinión, pero ahora estoy seguro que Schopenhauer es genialísimo de las personas. Usted habla que él tal cual, algo escribía sobre los objetos filosóficos. ¿Cómo algo? Esto es todo el mundo en la exposición clara y hermosa y en el reflejo. Leyéndole, para mí es inconcebible: ¿como puede quedarse desconocido su nombre?» (14, p. 303).

La hipocresía es mejor terreno para la envidia. En una de las cartas Byron escribía: «La envidia de los mojigatos siempre, y eso es natural, les induce perseguir a los posesores felices de lo que mismos son privados» (5, p. 187). Cada hecho de la vida del genio a que fue acosado por los colegas menos talentosas, nos habla sobre la existencia de cierta ley de la vida creadora. El botánico famoso C. Linnaeus, al exponer ante los colegas su nuevo sistema, se hacía por objeto de burlas en el ambiente científico. Según D’Israeli, Linnaeus hasta tal grado era desesperado por las acusaciones del cierto profesor Sigezbek que quería para siempre dejar la ciencia.

En su libro «la Genialidad y la locura» sobre el fenómeno de la envidia Lambrozo ha escrito: «… las persecuciones a las personas geniales iban de los académicos los que en la lucha contra el genio que es condicionada por la vanidad, ponen en marcha su «erudición», y también el encanto de su autoridad por excelencia reconocida por ellos …» (46, p. 32).

En 1826 el primer informe público sobre la existencia de la geometría no euclídea hizo el matemático ruso N. Lobachevsky, después de él en 1831 e independientemente de Lobachevsky, el húngaro J.Boyai ha publicado el artículo del mismo tema. 2000 años había un conocimiento que geometría euclídea en que base son puestos veinte axiomas - describe por completo las propiedades del espacio físico. Pero ha llegado el momento en la historia humana, cuando este conocimiento sólido era derrocado del Olimpo. Las profecías sobre la posibilidad de la existencia de la geometría no euclídea han penetrado ya en la conciencia de Gauss - uno de los matemáticos grandes. Pero hasta tal genio valiente matemático no podía decidirse a hacer el paso que le parecía loco - construir la teoría de la geometría no euclídea para la descripción del mundo real. En una de las cartas él dice que la necesidad de la geometría euclídea no puede ser demostrada con ayuda de la razón humana y para la razón humana.

Gauss escribe que puede ser solamente en otro mundo podemos concebir inconcebible para nosotros la estructura del espacio. Pero más de treinta años los colegas matemáticos de todo el mundo (a rara excepción) los que solamente podían reconocer un descubrimiento genial, no querían y no reconocían a Lobachevsky. Raros creían que estos geometrías no euclídeas son no contradictorias. Para ellos era shock que pueden ser varias geometrías que contradicen una a otra.

Hasta una parte pequeña de la comunidad científica - en fuerza de su conservatismo, por la esencia extrema paradójica científica de ese descubrimiento o todos los factores en conjunto - puede demorar las nuevas ideas científicas a las decenas y aún 100 años. La lucha entre los científicos que trabajan en límites de la ciencia normal y que niegan la nueva ciencia y los científicos que crean las nuevas concepciones es siempre el proceso dramático y a menudo trágico - unos - niegan la vida y creación de otros.

En cuanto a esto A. Schopenhauer ha escrito: «Si el daco que traen a la ciencia las personas para las que la ciencia no es la vocación e incapaces para ella, consistiera sólo en lo que no traen ninguna utilidad artística - con relación a las artes plásticas todavía - ¡puede pasar! Pero aquí llevan el daco verdadero ante todo para mantener el mal, conciertan una alianza contra todo bueno y tratan de aplastarlo en todas maneras. No puede conciliarlas nada con la superioridad de la inteligencia; así - era, es y siempre será. ¡Y que mayoría terrible a su parte! Es uno de los obstáculos principales de cada género para humanidad» (14, p. 325-326).

¡Este pensamiento está fuera de los límites de ver del optimismo! El talón de Aquiles de la genialidad siempre era lo que le resisten las mentes que no han alcanzado las cimas en la creación, pero que virtuosamente se adaptan a cualquier ambiente. Pero si en su animadversión muchos están pasivos solamente, y la resistencia es ligada con la ignorancia o indiferencia, aquellas quienes consideran a sí mejores representantes de la nación, - escribe Jung, - es decir, quienes mejor siente estas verdades y aspiraba a descubrirlas, pero no puede - en fuerza de falta del talento - expresar lo que expresa el genio, esta parte pequeña de la sociedad no acepta el espíritu potente creador y de la persona que lo lleva. En base de esta animadversión, según el pensamiento Jung, está una idea sobre lo que tales «mejores representantes de la humanidad» acogen con la incomprensión o animadversión del creador, ya que «... odian al creador de estas ideas, y además no por la cólera, y por instinto de la conservación» (105).

La oposición y unión del genio y de la comunidad de las personas metafóricamente se puede expresar en el espacio vectorial, si presentar que hay dos vectores: uno se encuentra en la región de la genialidad, y otro vector refleja las aportaciones sumarias de la comunidad de las personas que rodean la personalidad del creador. Si suponer que el componente de la aportación de la envidia está grande, la distancia entre estos vectores está grande. Eso significa la oposición. La envidia es irracional como cada pasión: «la envidia tiene sobre el mundo el poder potente, no evitará nadie su bocaza ávida …». A veces ella se esconde bajo la máscara, encubriendose como el fingidor. Cuando los envidiosos cierran la vía al creador, entonces la posición del genio puede hacerse trágica. Pero los envidiosos quedan siempre en el sentimiento amargo de la debilidad a resistir al don genial. Por suerte y la envidia tiene el límite, y según el instinto de conservación la genialidad supera la envidia hasta entonces, cuando la envidia temporalmente vence su contraste - la admiración. Pero en eternidad la energía colectiva mental de la admiración por el pensamiento y por la belleza de la creación genial restablece la justicia.

 

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